¿Qué se necesitará para reabrir las escuelas? Es una pregunta urgente que rápidamente se convierte en un rugido ensordecedor.
¡Ay! ¡El caos que rodea la creación de competentes planes para la reapertura de las escuelas es abrumador! Creo que se deriva de nuestra cultura de pensamientos mágicos totalmente inútiles. Es normal, y tal vez incluso saludable, creer en cosas que no tienen una base lógica, como pedir un deseo y apagar las velas, para que mi deseo se haga realidad. Es un pensamiento mágico decir que tenemos un plan para reabrir las escuelas de manera segura y que el aprendizaje continuará, a menos que estemos dispuestos a invertir no solo en nuestros niños, sino también en sus familias y comunidades. Existe una gran desconexión en lo que apasionadamente decimos que es importante y en lo que voluntariamente hacemos para cumplir y actuar con nuestras declaraciones de importancia. Sé que este no es un problema nuevo. ¡Es darnos en serio y justo ahora, una tremenda paliza y no solo con respecto a la reapertura de las escuelas!
El artículo, “Schools: What’s it Going to Take?” por Emily Oster plantea cuidadosamente preguntas, ideas y preocupaciones que vale la pena considerar. Sin embargo, también me aclara esto: En este momento, así como no tenemos “lo que se necesita” para manejar el COVID-19, tampoco tenemos “lo que se necesita” para crear el codiciado plan de niños en el campus para la reapertura de las escuelas. Tal vez estén pensando nosotros sí, pero esto es demasiado político, los líderes no lo están reforzando y no hay suficientes recursos para hacerlo realidad. No estoy en desacuerdo, pero mi punto de vista está hecho.
Entonces, ¿dónde estamos con los planes de reapertura de las escuelas? Desde donde estoy sentada hoy, veo muchas demandas urgentes, principios rectores bien intencionados y pensamientos mágicos. Los “y entonces” de la planificación están atascados en flujos circulares y callejones sin salida. ¿Por qué? Porque las ideas más prometedoras y sustanciales que se están considerando requieren una infraestructura escolar y comunitaria, así como un nivel de recursos, que no existen en este momento, sin importar cuánto “hagamos” para que sea posible. Decimos que valoramos las escuelas, pero rara vez se las ve realmente con la visión más completa de proveer servicios académicos, socioemocionales, nutricionales, de cuidado infantil, de inclusión comunitaria y otros servicios… hasta que aparece una pandemia. La importancia de las escuelas como un servicio esencial se eleva, más que los libros de texto y los resultados de los exámenes.
Si regresar a los niños al campus es realmente una prioridad, la gente del gobierno, la comunidad y las asociaciones pediátricas harían el esfuerzo de dar lo que se necesitaría. Las limitaciones son evidentes y demasiadas para enumerarlas. (El artículo de Oster hace un buen trabajo nombrando muchas de ellas.) Una preocupación en las frenéticas mentes de los padres y maestros es, ¿cuánto riesgo estamos dispuestos a aceptar? ¿Cuántos casos positivos deberían cerrar un aula o una escuela? ¿Qué pasa si el profesor da positivo? ¿Qué pasará después? ¿En qué medida serán diferentes los planes para los estudiantes de la escuela primaria en comparación con los de la escuela media y preparatoria?, ya que sabemos que los estudiantes mayores tienen más probabilidades de propagar el virus y menos probabilidades de seguir las precauciones. Y recordemos que una enfermera profesional está asignada a varias escuelas en estos días. Los paraprofesionales se ocupan de los golpes y moretones de nuestros niños. Entonces, ¿quién, además de los maestros y el personal de oficina, supervisará todo? Dado que se esperan segundas oleadas y casos positivos, ¿qué sentido tiene alternar el aprendizaje en la escuela al aprendizaje en casa, sabiendo que el aprendizaje se verá aún más trastornado con estos cambios? Y una de las mayores preguntas es, ¿cómo continuamos el aprendizaje de los estudiantes con necesidades especiales o que no pueden acceder al aprendizaje de forma remota?
Se trata de la seguridad, el bienestar socioemocional y el desarrollo académico de nuestros niños. Sin duda, hay mucho en juego y las exigencias son abrumadoras. Así que, cuando todo está en manos de las juntas escolares, personal y maestros para que, de manera aislada descubran la realidad, el pensamiento mágico queda expuesto por lo que es. Un ejemplo: Ayer participé en un grupo de discusión para padres. Una madre opinó que, si otros países pueden reabrir los campus, nosotros también. ¡El pensamiento mágico en su mejor momento! Ella ignora el hecho que ellos tienen el virus controlado y los datos para probarlo. Tienen una coordinación nacional de salud pública para sofocar rápidamente los brotes y apoyar activamente la reapertura de las escuelas con niños. Mientras que la propagación del COVID-19 en áreas de los Estados Unidos y California varía, está lejos de ser controlado, incluso como otros países demuestran que puede ser. Ojalá fuera tan simple como “¡Quiten las rejas, abran las escuelas!”.
Estamos de acuerdo en que es esencial educar a nuestros niños de la manera más sólida posible, mientras que cuidamos su salud y sus necesidades socioemocionales durante esta pandemia. Veo que juntas escolares, maestros, personal, administradores, padres, proveedores de cuidado infantil y nutrición, colaboradores comunitarios y otros están trabajando para resolver un rompecabezas con tantas piezas faltantes, que la imagen apenas puede enfocarse de manera significativa. Tal vez tengamos lo que se necesita. Pero es hora de dejar atrás la comodidad del pensamiento mágico, que se utiliza con demasiada facilidad para desestimar y dividir, para ganar tiempo e ignorar las realidades. Sí al pragmatismo. Absolutamente a la innovación. Firme no al pensamiento mágico.
Michel Masuda-Nash vive con su amada familia en el área de la Bahía de San Francisco. Ha pasado muchos años comprometida con comunidades, organizaciones sin fines de lucro y escuelas en diversas capacidades profesionales. Actualmente, Michel es una maestra de escuela primaria que siempre siente curiosidad por todo … desde generar conexiones de aprendizaje con sus alumnos hasta abordar la equidad educativa para todos los alumnos.